Hemos escuchado innumerables veces decir que “el campo es el motor del país”, pero… ¿Qué hace andar a ese motor? ¿La buena voluntad?, ¿La riqueza divina de nuestras tierras pampeanas? No, nada de eso.
El motor del campo es la educación. Al principio es un aprendizaje furtivo y familiar, una suerte de entender nuestras raíces desde muy tempranito. Luego ya se convierte en una doctrina de gran ayuda para papá, mamá, o algún pariente. Pero el golpe de horno final, generalmente comienza con alguna materia en una escuela rural.